miércoles, 1 de junio de 2011

Juul.






Fuerte, ¿no?
Una imagen así fue la que evocó mi cerebro cuando leí la historia de Juul. Bueno, está bien, no tan real, pero algo así.
Si no han leído la horrible historia de la que les hablo, aquí está. (Aunque esta versión es más decorada que la que me tocó leer).
Habla de un pobre niño pelirrojo que se automutila a causa de los comentarios hirientes de sus compañeros, hasta que sólo queda de él una cabeza calva, sin orejas ni ojos, pegada a un torso, que luego es separada por estos salvajes niños para usarla como pelota de fútbol, hasta que se dan cuenta de que es inútil para tal actividad y la dejan abandonada sin prestar atención alguna al daño que han causado.
Todos hemos sido Juul, todos hemos sido esos niños inhumanos a quienes no nos importa en lo absoluto el daño que podamos causar en los demás con nuestras palabras.  Supongo que es algo de la naturaleza humana, buscar en los demás aquello que no podemos soportar en nosotros mismos y restregárselo en la cara como si fuera un pastel de la más fresca porquería. Como dicen por ahí, así es la vida; dura, cruel y sanguinaria.
Pobre Juul, víctima de la palabra ajena. Pobres compañeros, crueles en su inseguridad, sin sensibilidad ni empatía que pueda salvarlos de sí mismos. Pobres de nosotros, hundidos en esta devastación que es el ojo del huracán al que llamamos "humanidad".

1 comentario:

  1. La imagen me da cosquillitas en la panza. Y no son de las buenas. D=

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