lunes, 20 de junio de 2011

Esther.

Esther, ese nombre maldito que me persiguió la semana entera que me tomó leer su muy nombrado libro. "Esther esto... Esther lo otro." El libro de Esther es simplemente una demostración en papel de la teoría del Caos. Eleazar (a mi parecer un personaje bastante desdichado), un hombre obsesivo-compulsivo, excesivamente cuidadoso con su salud y que pasa más tiempo investigando estadísticas de desastre que un corredor de seguros, está enamorado perdidamente de la tal Esther, una chica de buen cuerpo que cautiva a todos aquellos que la miran pasar y aprovecha bastante bien sus dotes naturales.
Siendo un adolescente bastante sentimental, los ojos de Eleazar van a beber del oasis que es el aura de Esther, su paz, su swing al caminar, su sensualidad que lo atrapa y lo hace querer acercarse a ella y confesar todo lo que siente. Cada paso que da lo acerca más a otro camino, el camino del accidente, de la Coca Cola sobre el vestido de Marilyn, la bella joven (no tan hermosa como Esther) que más tarde se convertiría en su esposa.
Los años pasan y el amor de Eleazar y Marilyn "se rompió de tanto usarlo". Se acabaron las noches de amor salvaje, las reuniones familiares en las que Eleazar evitaba el peligroso mondongo, las discusiones con Marilyn sobre porqué el caminar por las aceras contrarias a los perros escandalosos eran razón suficiente para no tener hijos... Les ganó esto último, la incapacidad de ambos para poder formar una familia por razones naturales o inventadas.
Al verse solo y desamparado, Eleazar sale de su casa en busca de Esther, que migró a España tomada de las manos de su familia ya harta del ambiente Venezolano, seguros de que en las Canarias todo sería mejor. Esther se fue y Eleazar quedó, olvidado y olvidando, viviendo su vida con una mujer que se atravesó en su camino gracias a un vaso de Coca Cola. El libro entero es un Eleazar viajando por toda España preguntando aquí y allá si alguien conoce a una familia venezolana con alguna hija llamada Esther. Conoce a una pareja que lo adopta y lo ayudan a buscar, y de eso va, yendo y viniendo, buscando de arriba a abajo un amor que tal vez nunca iba a funcionar. Así se va la historia, y eso es lo que me molesta, son 222 páginas de búsqueda, en las que te enamoran de lo que pudo ser, de un personaje entregado al amor imposible que busca por todos los medios encender un bombillo que tal vez estaba hecho para quedarse apagado, y lo peor del caso es que al final no sabes si la encuentra, sólo te dicen que desapareció, que se esfumó como los deseos que te enseñan a pedir a las 11:11, como las promesas al inicio de todo lo hermoso, cuando el amor es nuevo y uno es iluso y cree que cuando te acerques a aquella hermosa figura que te atrae como un insecto a la luz, todo será espectacular y para siempre.

Se va uno. Se va el otro. Se fue Esther y nunca supimos qué pasó.

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