Miró fijamente sus ojos, hartos ya de ser ese muro de contención para la marejada que se acumulaba detrás. No lo entiendo, pensó, no sirve de nada pasar la vida preguntándome qué hubiese sido. Y a pesar de repetirse esta frase como su ley de vida, incluso más veces de las que recordaba que debía respirar, parecía resbalar por su cerebro como si éste estuviese cubierto de una sustancia viscosa que ni por error permitiría que ese pensamiento se plantara allí.
Es posible que jamás lo entienda. Es posible que viva día a día preocupada por lo que vendrá después, pero lo que es más posible de todo, es que muera mañana sin ser capaz de entender lo que pasó hoy.

Estoy tratando de recordar dónde fue que vi que había un concurso de micro-relatos...apenas recuerde le aviso, para que lo envíe...Creo que este texto tendría opciones...siga escribiendo, Ud. tiene con que...
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